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31 may 2012


El la quietud de la noche

La danza de las sombras me lleva por caminos infinitos, el silencio como único compañero, mientras  la  noche despierta los recuerdos. El libro que quedó dormido sobre la mesa me acompaña, y la nostalgia me trae su recuerdo.
 Los años han pasado junto a él a modo de suspiro, un suspiro suave, cálido, y fugaz. Apaga el cigarrillo, y mientras el humo que asciende dibuja formas caprichosas en el aire, mira  su mano, y con la habilidad que proporciona la rutina, deja que el pulgar juguetee con un anillo ya desdibujado. Intenta recordar aquel grabado y mil escenas cotidianas acuden de inmediato; una playa de agua clara en un verano aún más claro, los claros ojos que observaban la inocencia de una niña, en su vano intento de atrapar la blanca espuma. Otro niño le visita en esta hora de reflexiva calma, el de tez sonrosada, ojos azules y áureo cabello que lleva dentro. Son las cuatro de la madrugada y sigue sentado frente a un libro que no está leyendo; la noche es su aliada, le presta el silencio que el día con su incesante ir y venir le arrebata, le acoge con abrazo de madre, en su regazo vierte los sinsabores y retoma fuerzas para encarar el nuevo día.
Y las noches se  suceden, y un libro cerrado y polvoriento me acompaña en todas ellas. Son las cuatro de la madrugada y aquí sigo, meciéndome en las nubes, esperando que regreses para concluir el libro de la vida.

30 may 2012

Amor Condicional

Míralo, orgullosos de si mismo y de su condición de macho sonríe ante su triunfo; una vez más ha ganado la contienda...de antemano perdida si se mira desde el ángulo opuesto.

Dicen, comentan, murmuran...que a determinadas horas se alza la voz entre las cuatro paredes de la casa.
Rumorean, susurran, chismorrean...que no es lo único que se alza entre esas cuatro paredes.
Escuchan, perciben, adivinan...el llanto del perdedor silenciado a golpe de amor.
De los tres que forman y conforman la familia, la criatura se comporta como tal; espontánea, miente cuando afirma públicamente: "papá ha pegado a mamá y ella lloraba".
La joven madre, sorprendida, confundida, e irritada, se apresura a desmentir el rumor lanzado sin malicia, recrimina al primogénito y le recuerda que no se fantasea con asuntos tan serios.
Muestra la mano y explica...el gato del vecino la tiene tomada con ella, furioso por el involuntario pisotón le arañó la mano derecha; su marido al ver lo sucedido, amable, preocupado, y protector, le desinfectó la mano con un alcohol de alta graduación...se le saltaron las lágrimas ante el gesto y por dolor.
Aclarado el equívoco, el entorno entiende que son cosas de niños...enanos mentirosos, mentes inestables y confusas, incapaces de separar realidad de fantasía.
Pletórico el padre, exultante la madre, y confusa la criatura, vuelven a esas cuatro paredes que conforman su idílico hogar.
Mañana...ella tendrá más cuidado con el arisco gato del vecino, el niño procurará no pisar la pastilla de jabón mientras dure la ducha, y Él, seguirá cuidando con el mismo amor a su familia.

22 may 2012

La mano ejecutora
Sobre la inmaculada superficie, inerte y frío, descansa el mutilado y rollizo cuerpo...Siguiendo el protocolo cada cosa ocupa su lugar; a la derecha hábilmente colocadas, alineadas todas ellas de mayor a menor, destellaban afiladas y asépticas, las piezas que componen el instrumental. A la izquierda, unos finos guantes de látex color hueso, esperan las diestras manos que inicien la labor. Con la indiferencia que provoca la rutina alguien se dispone a comenzar; extiende las manos en busca del látex, primero el derecho, el izquierdo después; mueve los dedos en busca de incómodas arrugas que entorpezcan su trabajo, reajusta meticuloso, hasta conseguir que el látex se convierta en su segunda piel. Con el escenario preparado y cada quién en su lugar, ha llegado el momento…Alza la mano, pide instrumento, y practica la primera incisión. Abierta por completo la cavidad torácica, escruta sereno mientras piensa y decide los pasos a seguir. Cambia el instrumento que sostiene por otro más pequeño, el idóneo para separar el tejido sobrante e inservible que molesta. Con manos hábiles separa y sujeta el apéndice, la vista se le nubla en ese preciso momento, un extraño sudor frío recorre su frente, y esa mano de ejecución certera y pulso sereno, inicia por su cuenta, una serie de ligerísimos e inesperados movimientos. Atónito, observa la traicionera mano, que parece actuar por voluntad propia, ajena por completo a la mente que domina, e impositiva, marca la pauta y el compás.
Aumenta el ritmo cardíaco, se apoya ligeramente en un taburete, cierra los ojos para no ver al mundo, o lo que viene a ser lo mismo; que el mundo no presencie ¿su derrota? , respira profunda y lentamente, mientras piensas en todas las veces que ha hecho lo mismo a lo largo de estos años, y al hacerlo, no recuerda que le haya sucedido anteriormente nada semejante...siempre hay una primera vez!, se dice a sí mismo en voz baja, con una mezcla de frustración, tristeza, e impotencia. Una mano deposita algo áspero y dulzón bajo su lengua, se toma otros dos minutos de descanso, comprueba complacido que el temblor va remitiendo, y poco a poco, vuelve a dominar la rebelde mano que sujeta a su antebrazo, es la hacedora de tan delicada tarea. Recompuesto, retoma la acción interrumpida, y decide concluir cuanto antes tan azarosa actividad.
Extraños ruidos que provienen de la antesala perturban la paz recientemente recuperada, crece el estruendo y rompe la armonía que reina en la sala. A poco de finalizar con la tarea, alguien irrumpe en la habitación, se oye el estruendo de un portazo, mientras un sujeto con voz aguda y cansina vocifera a sus espaldas:

¡Corta ya el dichoso pollo!